Mediterráneo, 18 de julio de 2002
AMOR POR LOS HIJOS
¡Vamos a ser papas¡, es de las mejores noticias que una persona puede recibir, aunque no sabes muy bien donde te metes, la ilusión y la alegría lo desbordan todo, la barriguita de mamá va creciendo durante nueve meses, su cara tiene un brillo especial y está más guapa y feliz que nunca porque en ella la naturaleza está realizando su función más preciosa que es la reproducción.
Cuando llega el momento del nacimiento la tensión es máxima y al ver al recién nacido mil sentimientos te embargan, con tal intensidad que pareces alelado, su pequeño cuerpecito, su color sonrosado, esos gestos tan graciosos te inspiran una enorme ternura, como sufres con cualquier pequeña contingencia que tenga, fiebre o algún golpe, preferirías mil veces que te pasara a ti, y esa sonrisita hace que se te caiga la baba. Luego vienen las noches de cuidados y si hay mala suerte, lloros, que curiosamente afrontas con alegría (o al menos con paciencia), el ir haciéndose personita, cada avance es una fiesta, cuando empieza a hablar, a gatear, a andar y a correr, todo va tan rápido que hay que disfrutarlo cada instante al máximo porque ese momento que pasa nunca se repite. ¡Mi hijo cumple diez años!, ¡si nació ayer!. Lo vas viendo crecer, sus estudios, partidos de fútbol, campamentos, viajes, sus juegos y amigos y cada uno de sus diferentes grados de madurez. Hasta que echan a volar, dejan de depender de ti, ya no te necesitan y los ves cada vez con menos frecuencia porque hay una ley de vida que consiste en que los hijos quieren menos a sus padres que a sus propios hijos. El amor por tu hijo es el amor con mayúsculas, especial, gratificante, auténtico, intenso, que hay que transmitir con caricias, besos y abrazos, anteponiendo el cariño a la disciplina pero sin olvidar ésta para no malcriarlos.
En fin todo esto es algo que sólo podrán entender en su auténtica dimensión los que tengan hijos, los que no, pueden pensar que soy un ñoño pegajoso, pero a quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos, con lo que en el fondo está cubriendo la necesidad que todos tenemos de amor infantil que a mi me proporcionan mi hijo Guillermo y mis nuevos hijos Andrea y Coque.
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