Mediterráneo, 28 de noviembre de 2002
NAVARROS: LA NOBLEZA
Tengo grandes amigos navarros y durante algunos años he tenido suerte de ir a Pamplona para San Fermín, además de la desgracia, durante otros años, de tener que ir a la clínica universitaria, una de las mejores de España, y también he realizado algunas excursiones por el Pirineo y las villas históricas de Navarra, por lo cual creo conocer en algo a los navarricos. Y me da cierto repelús ver la identificación que mucha gente hace entre los problemas que desgraciadamente afectan a Euskadi y la Comunidad Foral Navarra, porque evidentemente no es lo mismo. No es lo mismo Galicia que Portugal, ni Valencia que Cataluña, ni Cantabria que Castilla y los intentos de apropiacionismo económico, cultural o de cualquier otro orden en realidad suenan a rancio imperialismo disfrazado de modernidad desfasada.
En fin, cada Comunidad tiene su autonomía y su problemática, que es bastante diferente en unos casos y otros y las generalizaciones siempre son una injusticia pero en este caso la confusión popular es especialmente dolorosa, cuando Navarra era un reino poderoso y con influencia en toda la política europea lo que hoy es Euzkadi no tenía identidad ni existía como comunidad política, con todos mis respetos. Si me apuran tienen mucho más en común con los aragoneses que con los vascos, y la grandeza de espíritu, la solidaridad, el señorío, la lealtad, la tolerancia, la convivencia pacífica y la amistad de un navarro, no es homologable con casi nadie, así que lejos de hacer comparaciones odiosas no manchemos a una gente que no se merece cargar con las culpas de otros.
En el País Vasco tienen un gravísimo problema, y con difícil solución que salpica a muchos, a nosotros mismo hace poco, pero saquemos de ahí a los navarros, no los abandonemos en manos de la confusión ni de un atajo de terroristas porque su tradición y su forma de ser no se lo merecen.
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