jueves, 3 de junio de 2010

Adiós muy buenas

Mediterráneo, 5 de diciembre de 2002
ADIOS MUY BUENAS
El amor debería ser para siempre, pero, desgraciadamente en muchas ocasiones no es así, a veces las parejas casadas o no, cesan en una convivencia que se vuelve insoportable. En el caso del divorcio la legislación española tiene una serie de requisitos paternalistas que lo convierten en una carrera de obstáculos que requiere demasiado tiempo y preocupaciones. Con un concepto social totalmente desfasado, normas como la pensión compensatoria que sobrevive a la muerte del deudor son anacrónicas, urge una revisión a fondo de esta regulación que afecta a decenas de miles de españoles. Que siempre pierden amigos, familia, dinero, etc.
Los más perjudicados son los hijos, por ellos merece la pena intentar salvar la situación pero si esto es imposible hay que tratar de llegar a acuerdos amistosos antes que enfrascarse en litigios jurídicos. Y en ningún caso acabar con la relación filial, hay que mantener el contacto y las visitas a las que tengas derecho, aunque lo mejor es tener libertad de comunicación y ejercerla de modo regular, se deben fijar unas pautas de educación que sean asumidas por ambos progenitores y no malcriarlos para ganarse un aprecio fácil, ni subastarlos a base de comprarles más cosas y consentirles malas costumbres, no hablarles mal del ex, que es su padre o madre y cuyo apoyo necesitan. Nunca se deben usar como chantaje o moneda de cambio de un cónyuge contra el otro, eso además de repugnante demuestra bajeza moral de quien lo hace. Procurar no perjudicar a los niños es clave y por ello también es mejor divorciarse que someterlos a un constante espectáculo de gritos, peleas y desamor. Si las relaciones se acaban, aunque sea triste, hay que pensar que es una experiencia en la vida, parte de tu proceso de desarrollo personal y, sobre tus errores hay que aprender, creer en el amor y en una futura relación, que siempre llega, y, ojalá que sea mucho mejor.

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