IMPERIO
DE LA LEY
La Ley no es una señora
con una palma en una mano ( que simboliza el premio) y una espada en la otra (
el castigo) y en su pecho la égida de Minerva-Atenea ( justicia y sabiduría)
aunque así la representa la iconografía. La Ley es según la RAE “Precepto
dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en
consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados”. Desde el punto
de vista jurídico las leyes organizan la vida colectiva, garantizando el
ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones. No existe
ninguna sociedad que no tenga su sistema de derecho que regule la convivencia.
La consecución de un Estado de derecho justo, involucra a todos los ciudadanos,
y sin él no hay democracia y si caos. Su fundamento esta en los derechos
individuales fundamentales y en las limitaciones propias de la tradición
liberal que han dando lugar al Estado social del derecho o estado del
bienestar. Por ello las leyes se tienen que obedecer, en el caso de desacuerdo hay mecanismos
legales para protestar y tratar de cambiarlas. Si no se obedecen el estado
tiene la obligación de imponerlas y exigir responsabilidades. La Ley máxima es
la Constitución y frente a ella todos somos iguales. Desgraciadamente todo esto
que teóricamente es cristalino, prácticamente es mentira. Es difícil encontrar
un país más incumplidor que el nuestro, donde no se cumple ni se obedece la
Constitución, ni la ley, ni las sentencias judiciales y cada uno campa por sus respetos, mientras el gobierno no se
atreve a cumplir con su obligación, que es imponerla.
Columna publicada en el
Periódico Mediterráneo el 25 de Enero de 2016