YO
MINISTRO
Les voy a contar una
fabula. Erase una vez una persona destacada en lo suyo, quizás no tanto por capacidad
como por saber venderse. Tenía aspiraciones y quería llegar lejos, jugueteaba
con un partido político, pero quería quedar bien con todos y estaba abierto a
cualquier propuesta. Tras mucho maniobrar por fin le llega el gran día, le
nombraron ministro. Ya no podía aspirar a más pero ese gobierno si podía llegar
a menos, de hecho alguno de sus compañeros eran impresentables, pero tenían
buena imagen, de eso se encargaban los medios de comunicación amigos. No era
mala persona, no había matado, ni robado, ni cometido ningún delito grave. Sin
embargo esos plumillas tan desagradables empezaron a sacar episodios de su
pasado que no eran para orgullecerse, quizás no del todo ilegales aunque si muy
inmorales. Que si enchufes, títulos académicos falsos o copiados, impagos a la
seguridad social, defraudaciones fiscales, amistades peligrosas, drogas,
prostitución, alcoholismo, ludopatía, etc, etc. Si era verdad pero narices no
tiene importancia ¿ o si? y como queda mal, lo niega todo, mentirosos,
difamadores. Como no es sabio no rectifica. Vaya salen pruebas concluyentes,
bueno hay que reconocer algo pero maquillarlo. No cuela, se descubre todo el
pastel y además ha mentido como un bellaco. Tendrá que dimitir, ¡no que va!
mantenella y no enmendalla, no quiere irse porque su grupo le apoya , la vergüenza,
la responsabilidad y la dignidad no sabe lo que son. Conclusión: al final a la
calle, la deshonra y el olvido. Pero claro la pensión vitalicia no se la toca
nadie. Caraduras.
Artículo publicado en
el Periódico Mediterráneo 17 de diciembre de 2018