jueves, 17 de junio de 2010

Vivir la calle

Mediterráneo, 17 de junio de 2010
VIVIR LA CALLE
Cuando era más joven, hace muchos años, jugaba en la calle, salía del colegio donde hacía las actividades deportivas oportunas y jugar jugar, eso era por el barrio. Mis padres solían pasear, e ir andando de un sitio a otro era común. Cuando iba al pueblo, ya era el delirio, no entrabas en casa y como la tele escaseaba, la diversión era “salir a la fresca”, todos los vecinos con sillas en la puerta y la tertulia y seguramente también el bocata estaban servidos, era un eslabón más de la buena vecindad que imperaba y que suponía cosas tan increíbles hoy como que ninguna puerta se cerraba con llave. La sociedad actual ha cambiado, para mejor en muchas cosas y para peor en otras, los espacios de convivencia social escasean o simplemente no se usan, las ciudades pierden su dimensión humana, y no hay comunicación, el vecino lo mejor que puede hacer es no molestar. Uno se queda en casa, con mucha seguridad para que no te atraquen y muchas comodidades y entretenimientos para divertirse, salir a la calle llega a ser hasta peligroso o al menos desagradable. Si se usan las zonas comunes es para fines tan poco edificantes, al menos por sus consecuencias, como el botellón, se pasea poco, quedarse a conversar es una entelequia, las tiendas de toda la vida, foros de convivencia, se trasforman en hipermercados impersonales, los niños ya no pueden jugar ni ir solos hasta cierta edad muy superior a la que imperaba hace unos años.
Qué bonito sería tratar de conjugar lo bueno de hoy y del pasado y entre esto vivir la calle, usarla como lugar de estancia y encuentro social, sentarse en terrazas y bancos, pasear y conversar con los vecinos, en definitiva retomar la escala humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario