miércoles, 23 de junio de 2010

Pussiese manos en mi

Mediterráneo, 26 de agosto de 2004
PUSSIESSE MANOS EN MÍ
"In Dei nomine, amen. Sea a todos manifiesto que yo, Cathalina Munyoz, mujer del honorable Andrés, habitante de Caragoça, estos días próxima passados, passaron ciertas palabras de enojo entre el dicho mi marido y mí por las quales le dí ocasión a que pussiesse manos en mí, y pensando que assí lo aría, yo huí por las scaleras, por las quales cahí y me dí un golpe en la cabeza, del qual estoi muy doliente, y no porque el dicho mi marido me dasse el tal golpe ni me hechasse por dichas scaleras, como algunos falsamente han sospechado, e porque mi marido no sea molestado, y en fe y testimonio de verdat requiero a vos, Jayme de Canilla, notario, ser hecho acto público". Este documento está recogido en un Formulario Notarial datado entre 1540 y 1567.
Lo traigo a colación por su curiosidad y porque acredita que la violencia contra la mujer se da de siempre y el problema que tenía la pobre Cathalina a la que puede sospecharse que, a pesar de su testimonio, Andrés tiró por las escaleras, es una constante que el gobierno actual trata de solucionar con la Ley Integral contra la Violencia de Género, si bien parece que no ha acertado, empezando por el nombre que según la Real Academia Española debería ser Ley Integral contra la Violencia Doméstica o por razón de sexo, porque violencia de género no es más que una traducción del inglés "gender violence" y mientras allí, gender es sinónimo de sex por el empeño puritano en evitar este vocablo, aquí no es así, las palabras tienen género, los seres vivos sexo. Nuestra Constitución, que alguno debería releer, en su artículo 14 se habla de no discriminación " por razón de sexo..."
La filosofía de la ley es la discriminación positiva en favor de las mujeres, con ello se ha perjudicado al hombre, y no solo a él, también a ancianos, homosexuales de cualquier sexo y lo peor de todo, los hijos que carecen de capacidad de defensa y de denuncia. ¿Por qué no se protege a todos? No tiene mucha lógica ni jurídica ni humana. Una vez más la política se impone sobre el sentido común, con un error discriminatorio, inconstitucional y ójala me equivoque, ineficaz.

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