viernes, 27 de agosto de 2010

Llorar

Mediterráneo, 29 de diciembre de 2005
LLORAR
Nunca fui llorón, bueno de bebito no me acuerdo, crecí con la máxima “los hombres no lloran” y lo veía como algo de niñas o débiluchos, y de pequeño era “un chico duro” pero crecí en tamaño y en sabiduría, y rectifique. Aprendi que llorar no es de hombres ni de mujeres es de personas y generalmente de buenas personas. Con veintimuchos años reencontré mis ocultas lagrimas en el entierro de un familiar, y a partir de entonces ya las disfrute y valore como merecen. Se puede llorar de alegría y felicidad: al conseguir algo que no esperabas, un triunfo o superar malos momentos; de ternura o pena: viendo una película o haciendo empatía con otros; de rabietas como los niños para conseguir algo u ojo, si están enfermos y esa es su forma de manifestarlo y comunicarse y lo peor de todo, se puede llorar de amargura y tristeza por algún trauma, desgracia o suceso luctuoso, que haya ocurrido en tu vida, especialmente el fallecimiento de un ser querido que te abandona para siempre y eso si que no tiene remedio. Las únicas lagrimas rechazables de plano, son las de cocodrilo, las hipócritas que no se sienten y que suponen el culmen interesado de la falsedad humana y ser un buen actor.
Hoy se que es bueno , es una forma de desahogarte y echar fuera rabias, frustraciones y dolores, tras estas expresiones catarquicas y dos o tres aspiraciones profundas te quedas mucho más tranquilo y sosegado y todavía es mejor si el cariño de los que te quieren te consuela, es una de las más intimas formas de comunicación humana que expresa sentimientos que no puedes transmitir con palabras y por tanto no debes avergonzarte ni reprimirte y si te apetece llora, te calmara el peor de los dolores, el del corazón.

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