lunes, 30 de agosto de 2010

La cafetera

Mediterráneo, 17 de agosto de 2006
LA CAFETERA
Se decía, tradicionalmente, que cuando algo iba mal, hacía ruido o vibraba en exceso, "estaba como una cafetera". Hoy esto ha cambiado, algunas lo hacen todo, su imagen es ultramoderna y brillan que es un primor, tecnología punta, pero también hay que mantenerlas y se estropean y alguien las tiene que arreglar, como cualquier otro aparato que requiera un enchufe. Servicios técnicos, reparaciones, mantenimientos y chapuzas en general, todo el abanico de actividades a las que estamos atados y que parecen funcionar en otra dimensión, a su aire, donde el estrés no se conoce y la rapidez o eficacia suenan a cuento chino. Si se rompe algo que te habrá costado una fortuna y tiene todo tipo de prestaciones, ponte a temblar, tendrás que cargarlo y llevarlo al polígono industrial más alejado de tu casa, si no el primer clavazo será el desplazamiento parece que esta gente va en AVE y no por la velocidad sino por el precio.
Luego, por supuesto, se ha roto lo peor y eso es muy difícil y es que no se cuida bien y ya veremos, y curiosamente la pieza que hay que cambiar siempre viene de Alemania o América o Madrid, pero da igual, porque venga de donde venga tarda un mes. La reparación viene a costar la mitad del coste de adquisición para no pasarse ni quedarse corto, si se equivocan te dan el presupuesto y si no después el susto. Y no se te ocurra protestar ni reclamar mucho porque vas a la cola que trabajo es lo que sobra.
Si tu tele va mal, el dvd no funciona, no hay agua caliente, las persianas están rotas, la puerta no cierra, las luces se funden, la secadora no seca y claro, la cafetera hace honor a su nombre, un solo consejo: resignación.

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