lunes, 30 de agosto de 2010

Cinco estrellas

Mediterráneo, 11 de mayo de 2006
CINCO ESTRELLAS GRAN PUFO
Como todos sabemos las categorías de los hoteles las marcan las estrellas, cinco es lo mejor. Lo más exclusivo, el G.L., de modo que las cinco estrellas gran lujo supone lo máximo, para lograrlo cada cual busca su punto de diferenciación, están los grandes hoteles clásicos que no fallan, y los nuevos donde prima el diseño, que me encanta, pero que no puede obviar un buen servicio. Hace poco sufrí un experiencia desagradable al respecto: fue difícil descubrir la puerta del hotel, estaba medio camuflada, y no ayudaba nada el personal uniformado de diseño pero carente de experiencia y de voluntad, ya te apañarás; en la recepción largas colas y despiste generalizado. Cuando coges el ascensor, el sistema de seguridad se desbloqueaba pasando una tarjeta, lo cual es muy bueno si se sabe o alguien te lo explica o se apiada por la cara de bobo que pones pulsando teclas sin resultado, la puerta de la habitación tras la experiencia anterior la abres (al sexto intento) y ya en la estancia todo domótico, cortinas, luces, calefacción, apretando teclas puedes manejarlo, pero como uno es torpe y el mozo todavía no se lo sabe muy bien, consigues que las luces sean naranjas, la calefacción esté a 30 grados y emita ruidos preocupantes y las cortinas se niegan a moverse, lo cual no está mal frente a la catástrofe de la magnífica televisión de plasma que tras tres días sin ir y varias visitas de los de mantenimiento, resulta que es por cable y el cable no está conectado. Pero lo peor es el baño, la taza para contorsionistas, la ducha para saltimbanquis y la bañera sin tapón, con un chorrito de agua caliente que va y viene a su entera voluntad. En resumen, un auténtico pufo.

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