martes, 31 de agosto de 2010

AL CHORIZO, PALO

Mediterráneo, 18 de enero de 2007
AL CHORIZO, PALO
Qué sensación tan desagradable cuando abres la puerta de tu casa y notas algo raro en el ambiente, el mueble movido, ventana entreabierta, manchas de barro. ¿Qué pasa? te preguntas a medida que avanzas por el pasillo. Los peores temores se confirman cuando llegas al dormitorio y está todo revuelto, los cajones sacados, ropa y objetos personales por el suelo, en fin desolador. Alguien ha entrado a robar. Lo primero es llamar a la policía o guardia civil y esperar sin tocar nada y con precaución por si los chorizos estuvieran dentro, ayuda hacer ruido y no sorprenderlos in fraganti porque si te dan, peor para ti y si tú les das, muchísimo peor porque vivirás un infierno, ellos tienen todo tipo de derechos y tu hogar no. La sensación de violación es tremenda, que gentuza despreciable revuelva todas tus cosas, irrumpa en tu intimidad y destruya tu seguridad convirtiéndote en víctima, crea en algunos un trauma que les amarga la vida, mejor sobrellevarlo con normalidad. Si entran y vosotros estáis dentro, agresiones, violaciones y torturas multiplican lo dicho hasta lo intolerable. Si a base de un esforzado y magnífico trabajo las fuerzas del orden logran detener a los ladrones, la levedad cuando no impunidad de su castigo es sorprendente. Seis meses por el allanamiento y un año si es con violencia, si repeles la agresión y le haces algo al criminal, te la cargas. Leyes absurdas. Si supieran que les puede descubrir alguno con redaños que les diera fuerte y que una vez detenidos pasan varios años en la cárcel se lo pensarían dos veces, y se acabaría la importación de delincuentes que prefieren España porque lo mismo en otros países, acarrea consecuencias mucho más graves. Contra los chorizos violentos, mano muy dura.

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