miércoles, 19 de mayo de 2010

Sí quiero

Mediterráneo, 14 de marzo de 2002
SI QUIERO
El amor además de un arbusto de la familia de las malvaceas y una planta de las rubiáceas es una “intensa inclinación afectiva hacia alguien que lleva a quien lo siente a desear vivamente su felicidad y su presencia”. Así que si el amor por alguien ha hecho mella en ti y tienes la fortuna de ser correspondido, de una forma u otra acabas de novios, y si todo va bien, aquello suele terminar en boda, precedida o no de un periodo de convivencia que ayuda a conocer el día a día de la persona amada, ya que convivir es más difícil que amar.
Bueno pues, has decidido casarte y puedes hacerlo discretamente, sin darle importancia, o, ya puestos, organizar un “bodorrio” que sea una celebración de ese momento tan importante en una vida porque aunque para algunos sea solo “firmar papeles”, la realidad social que supone mucho más, y, ahí empieza un calvario de preparativos que casi todos conocemos y que es mejor afrontar con humor porque sino te puede dar un infarto y, entonces la ceremonia es fúnebre en lugar de matrimonial.
Si te casas por la iglesia y quieres un templo señero, como la Basílica del Lledó, reserva un par de años antes, y en la Concatedral de Santa María un añito. Si la ceremonia es civil las cosas van más rápidas dada la variedad de personas autorizadas para celebrarla: concejales, jueces, etc y en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Castellón queda precioso .
Con los banquetes tres cuartos de lo mismo, los locales con garantías para numerosos invitados son pocos, y, o, vas con mucho tiempo antes o te casas en miércoles, que por otro lado es un día tan bueno como cualquiera (salvo los martes que ni te cases ni te embarques).
Cuando ya has arreglado lo más importante, hay multitud de flecos: el viaje, aquí o allá, cultura o descanso, ¿dónde vamos?, los anillos, anchos o estrechos, la música, las fotos, el vídeo, las flores de decoración, el ramo, los padrinos, testigos, los trajes, especialmente el de la novia (¿por qué son tan caros?), y, lo más angustioso: decidir el número de invitados, a quien sí y a quien no, con la habilidad de que a algunos de los que invitas les fastidias y otros se ofenden porque no los has invitado. Y, distribuir las mesas: aquel no se lleva bien con este, y, total, si para una cena tampoco se pelearán mucho...
Pero señores si hay amor todo se soluciona, la boda sale bien respiras tranquilo, en el banquete te alegras un poquito (o mucho) y de viaje a descansar. La emoción e ilusión que has pasado no te la quita nadie. Al final fueron felices y comieron...(Si quiero Sarah).

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