miércoles, 19 de mayo de 2010

El cachondeo del fútbol

Mediterráneo, 17 de enero de 2002
EL “CACHONDEO” DEL FÚTBOL
Con independencia de otras aficiones lúdicas, culturales o deportivas me gusta el fútbol, como decía el anuncio “es la mayor de mi afisione”. Sigo los partidos interesantes y especialmente de mi equipo favorito, que sintiendo molestar a los de todos los demás, es el Valencia, seguido del Villarreal de Fernando Roig, en primera división, y por supuesto el Castellón de Toni Bonet y todo su equipo, que ojalá algún día próximo llegue al mismo nivel.
Pero a parte de aficiones e incluso fanatismos hay que reconocer que alrededor del mundo del fútbol se mueve una fauna de lo más singular y que al final resulta un cachondeo.
La FIFA y la UEFA son organismos donde cientos de personas cobran y viven como reyes con el dinero que no se lleva quien lo genera. Es divertido ver las carpas que montan en los partidos que organizan y los “tropecientos” delegados que van gratis total a las ciudades donde se celebran y cómo tienen sometidos a todos a una especie de amenaza donde se impide, por ejemplo, derechos tan constitucionales como acudir a los Tribunales Ordinarios de Justicia bajo pena de exclusión de las competiciones.
La Federación Española de Fútbol y sus múltiples Comités de lo más variado son patéticos. Más invitados, más dietas y más actuaciones que claramente van siempre decantados por el temor al club grande, al que es mejor no ofender y el desprecio al club chico, que, tanto da lo que piense su afición porque no son influyentes.
Los árbitros deberían ser objeto de una profundísima revisión porque no es lógico que personas antes aficionadas y hoy pseudo-profesionales, y demandantes de multimillonarias cantidades decidan por sí solos y por su santa voluntad, inevitablemente subjetiva, temas que tienen tanta trascendencia social y económica. ¿Por qué no se pone como en el basket o fútbol americano dos o tres árbitros y una mesa de control que pueda, tras ver en moviola las jugadas, tomar decisiones justas? ¿a quién no le interesa?
Pues bien, a pesar de todo, iré al próximo partido, y si tengo ocasión, gritaré: ¡gooooool!.

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