martes, 4 de mayo de 2010

Envidia nacional

Mediterráneo, 25 de octubre de 2001.
ENVIDIA
De los varios defectos nacionales que, mal que nos pese tenemos que reconocer, hay uno que me llama especialmente la atención. Éste es la envidia.
Podría tener un lado positivo si la tomáramos como impulso de emulación y sirviera para tomar ejemplo del otro y actuar como él, con afán de superación. Pero realmente predomina su lado negativo, como algo que causa malestar por el bien ajeno.
Parece que si las cosas van mal eres un buen chico desafortunado, pero, ojo, amigo, si van bien, eres poco menos que el diablo.
Íntimamente ligada a la envidia van la calumnia, como falsa acusación que atenta gravemente contra alguien y la injuria, que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.
Y el medio de difusión mas idóneo para canalizar La envidia lo encontramos en los rumores o infundios, es decir maledicencias, noticias y mentiras tendenciosas no confirmadas, que se hacen circular de boca en boca entre el público para conseguir difamar.
Éstos, que siempre se amparan en la cobardía y la hipocresía pueden ser de dos tipos: los singulares, donde parece que el problema es uno sólo, por ejemplo: ludópata, borracho, etc. y los generales, donde simple y contundentemente se acusa a alguien de algo tan cinematográfico como: ser un mafioso.
Por supuesto nunca hay pruebas, ni siquiera argumentos o mínimos indicios. Sólo hay la mediocridad de gente a la que la envidia hace desgraciados, a veces hasta extremos patológicos.
El remedio para ellos sería que aprendieran a ser felices. Quererse a sí mismos y hablar bien de los demás, y, si no pueden, que al menos se esfuercen en callar.
Y para los ofendidos, contra menos se preocupen mejor, ya que el mayor desprecio es la indiferencia. Y si están contentos con su vida y actuaciones que sigan en la misma línea, ya que: “hablan, luego cabalgamos”. Sin acritud ninguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario