jueves, 23 de septiembre de 2010

PERDÓN

Mediterráneo, 10 de julio de 2008
PERDÓN
Seguramente todos tenemos algo o mucho de lo que arrepentirnos, y en un momento determinado disculparnos, tratando así de conseguir una tranquilidad de conciencia reparadora. A veces esas cosas reprobables son por nuestra culpa, vergüenza, envidia, gula, lujuria, etc., hay tantos pecadillos y algunos son tan divertidos. En otras ocasiones son totalmente ajenos a nuestra voluntad, torpeza, poca educación, falta de memoria, éstos son mucho más disculpables ya que aquí no hay dolo ni culpa, sólo tontuna. Yo entre otros muchos tengo uno de estos y es que, por mucho que me esfuerce, mechachis la mar, no me acuerdo de los nombres, no de todos, claro, eso sería enfermedad. Debo tener la cabezota tan repleta de información que intentar meter nuevos datos es más difícil que ir en verano de Benicàssim a Castellón sin cola, que a veces pasa, pero es a deshora y de casualidad. Pues eso, que un día conozco o me presentan a fulanito de tal, que es muy simpático, un tío fenomenal, y al poco no recuerdo como se llama y para referirme a él tengo que hilar datos, trabajo, amistades, aspecto físico, etc., esperando que mi interlocutor, mucho más espabilado que yo lo reconozca. Y eso me pasa con gente de trato directo, con las señoras a las que ves ocasionalmente, ya ni te digo, la torpeza es de tal calibre que no lo arregla toda la simpatía y el peloteo del mundo. Debe ser la edad, y es que llevamos mucho vivido, y muy duro, pero juro que trataré de esforzarme, pero si luego no me acuerdo, no hay que preocuparse porque nunca se me olvida si es bueno o malo, y tras el primer resbalón es difícil repetir y por supuesto pido mil millones de perdones, nadie es perfecto, y hay que ser magnánimo, perdón, perdón. ¡Jo, qué corte!.

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