Mediterráneo, 23 de julio de 2009
VISITA GUIADA
Últimamente se está extendiendo la costumbre de que para visitar un monumento, museo, iglesia, etc. tenga que ser en una visita guiada. De modo que tu interés por un lugar se puede cifrar en 10 minutos y te obligan a estar una o dos horas, dándote una tesis doctoral, a veces poco rigurosa, sobre tal o cual cosa, y haciéndote perder un tiempo que aprovecharías con más variedad de visitas o simplemente descansando. Hay que justificar inversiones a veces desmesuradas en algunos montajes varios, mientras obras artísticas tradicionales se degradan, y puestos de trabajo seleccionados no por el azar precisamente. Llegas al monumento, pagas algo excesivo, y esperas junto a otros afortunados a la hora de inicio. Golpe de autoridad, aparece la guía, las hay de diversas variedades, simpática y colaboradora o antipática, borde y algo nazi, las que fijan su obsesión en reprender niños, o en examinar a los concurrentes. En el grupo al que la suerte te une, siempre, siempre, hay un pesado, generalmente hombre con pinta de “abobao” que le demuestra a la Mari y a los niños lo listo que es a base de preguntas estúpidas que retrasan la marcha de todos, y que parece no escuchar lo que le dicen, porque suele repetir las cosas, horror; los guiris son inevitables y lo peor son los malolientes. Todo ello va acompañado de la visión, si o si, de uno o infinitos videos (por ejemplo cinco) donde recrean la época, igual de verídicos y creíbles que los dibujos del pato Donald, cuando no totalmente sectarios. Total 1 hora y 30 minutos de tu vida y 18 € perdidos.
Por cierto, si va a Canarias, no visite la Cueva Pintada de Gáldar no está muy bien.
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