lunes, 4 de octubre de 2010

VAYA VIAJECITO

Mediterráneo, 21 de agosto de 2008
VAYA VIAJECITO
Me encanta viajar, es una de mis aficiones más arraigadas y estamos en la mejor época del año para ello, cuando las vacaciones suelen ser más largas y las ganas de desconectar más intensas, pero hay que tener cuidado porque te pueden pasar muchas “contrariedades”. Les contaré algunas vividas en carne propia. Lo primero es elegir el destino, porque se desee desde hace tiempo o porque has leído algo sobre él que te llama la atención, aquí hay que tener cuidado que no sea publicidad encubierta y sólo cuente cosas fantásticas pero inciertas y engañosas, también puede ser que te lo recomiende un amigo, con el que debes calibrar si tienes el mismo gusto o si es un poco fantasmilla y miente para presumir o simplemente quiere fastidiarte. Tener en cuenta que las costumbres del lugar pueden ser totalmente diferentes a las nuestras, desde el asqueroso escupitajo asiático a la calma chicha caribeña, donde la prisa mata y en consecuencia mejor que no vayas con urgencias, porque no te harán ni caso, en medio comidas, horarios, higiene, normas de cortesía, cuanto más diferente más interesante. Si de algo hay que desconfiar es de las ofertas, si controlas internet para viajar a última hora puede estar bien, pero lo que suelen reflejar es mal clima, temporada baja o instalaciones deficientes, mejor ir sobre seguro. Lo más fácil y profesional es ir a una agencia, donde puedes encontrar la que se olvida de los visados, la que te cobra dos veces, la que en un apuro dicen que por qué les molestas, o directamente la que todo lo hace mal, así que seguramente tendrás que hacer la ruleta e ir de una a otra, si no desesperas al final encuentras algo bueno. La guía que sea reciente, si no te arriesgas a que no coincidan ni los hoteles, ni los restaurantes, ni el horario, ni los precio,s ni casi los monumentos, una mala información puede reventarte un viaje que por lo general va ajustado de tiempo. Pasaportes, visados en regla, vacunas para todo y más, las propinas soborno mejor sacarlas pronto que tarde, una detención tercermundista, por no se sabe qué, sí es realmente desagradable, lo que no supone preocuparse por muy mala cara que ponga el tío del sellito en fronteras, están entrenados para no sonreír nunca. Hay que estar preparado para el clima que puede oscilar de un calor sofocante a un frío polar o lluvias torrenciales, depende de donde vayamos, que no te vendan clima tropical cuando hay huracanes, Y lo mismo para las distancias, esos 50 kilómetros del mapa son por carretera, de montaña, sin asfaltar y tardas tres horas. Otra cosa que es mejor evitar si se puede son los grupos, salvo que seas japonés, primerizo o comodón, ir a toque de corneta, haciendo lo que te obligan, cuando te dicen y en compañía del tiparraco ese que no se calla nunca o comer el rancho comunitario puede ser un poco frustrante. El medio de transporte más utilizado por los españoles es el coche, hoy no son como antaño donde pinchazos, calentones o reventones de motor te dejaban tirado, casi todos son fiables y si no te pasas con la velocidad y los niños no te amargan con su ¿cuándo llegamos?, puede estar bien. El tren también es muy útil y más cómodo especialmente el AVE, que va a casi todas partes menos aquí. El barco para los que les guste el mar ideal, para los que se mareen pastillitas y si hay tormentas todos al garete. Para viajar y sufrir cúmulos de despropósitos es el avión. Te puede pasar de todo, te insultan, te desnudan, te hacen esperar horas y horas, derechos pocos, obligaciones todas, si tienes conexión reza, el equipaje juega a la ruleta rusa, los aeropuertos kilométricos, sucios y desorganizados, colas siempre. En hoteles te puedes encontrar de todo, personal competente o totalmente inepto, rústicos donde lo típico es cutre y tus anfitrionas moscas y mosquitos, o de diseño donde no hay manera de manejar tanto mando, los clónicos, con sus moquetas pringosas iguales en cualquier parte del mundo son lo peor. Los restaurantes cuanto mejores, más seguridad, aquí te juegas infecciones, caguetas y casi la vida, por supuesto siempre agua mineral, cubitos no, si tienes la mente abierta puedes descubrir cocinas magníficas como la peruana o la vietnamita, revisar siempre la factura, nunca se equivocan en contra de la casa y suelen equivocarse. Al chofer que te transporta por muy suelta que sea la conducción del país, y lo es en casi todas partes, decidle que con vosotros dentro, bromas las justas y adelantamientos suicidas ni uno. Las compras deben ser las que te interesen, mejor una buena que muchas malas, nada ilegal, y negarte a perder horas en la fábrica de tal o cual cosa donde la encerrona está servida y la comisión también. No eres el más listo, el chollete es falso seguro y la cosa esa no es antigua ni de casualidad, y ojo porque la mayoría de la artesanía típica resulta ser made in china. El museo o monumento en el que tienes tanto interés estará cerrado por reformas o el horario será rarísimo. Las excursiones siempre suponen madrugar y luego resulta que vuelves muy pronto y no sabes qué hacer el resto del día, pues a descansar que nunca viene mal. Los regalos y recuerdos que llevas a todos tus amigos y familiares, olvídalos porque no les van a gustar. Con los tuyos no te emociones demasiado y piénsalo dos veces y si no es útil ni sabes dónde lo vas a colocar, no lo compres.
A pesar de lo que pueda parecer todo lo anterior puesto en la balanza no llega ni a mover el lado bueno, si les pasa algo de lo referido con el tiempo sirve de anécdota para contarla. En conclusión: viajen, vivan, muévanse, conozcan gentes y lugares nuevos, abran su mente. Tengan paciencia, buen humor y sentido común. No viajan por castigo sino por diversión, cultura, aventura o relax así que disfrútenlo y aunque es casi imposible, procuren no ser un turista y sí un viajero.

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