Mediterráneo, 18 de diciembre de 2008
JUAN ESPAÑOL
Hombre de bien, que hizo sus estudios, consiguió un trabajo, con los años, bien remunerado, y de cierta responsabilidad, que le hace feliz y le permite mantener a su familia, a estas alturas ya tiene un par de retoños, creciendo y estudiando, y por supuesto una hipoteca de su flamante vivienda, en la que tan a gusto se siente, su coche familiar siempre disponible y si se hacía viejo un fácil crédito le permitía cambiarlo, y por supuesto unas vacaciones de vez en cuando, que internacionalizaba a los españoles que arrastrábamos mucho provincianismo. ¡¡¡Catacrac!!! A hacer puñetas, quien se podía imaginar que la crisis iba a afectar a este honrado ciudadano cumplidor como el primero, inmigrantes, vagos y jovencitos, pero él parecía casi intocable, pues no, el paro ataca a cualquiera. La cola del paro, qué fastidio, la edad de 40, 50 no acompaña. Aunque es casi imposible vivir con la prestación de desempleo que no llega ni a la mitad de lo que sacaba en los buenos tiempos, se apaña, el cariño y ánimo de los suyos le consuela, y algún familiar o amigo más afortunado le echa una mano. Todo se arreglará, lo dice el gobierno, no puede ser de otra forma. El tiempo pasa y no se soluciona nada, cada día está peor y otro día, casi sin preverlo se le acaba el paro y ¿ahora qué? ¿roba, se suicida, sobrevive? No sabe qué narices hacer para salir adelante. Lo peor, amargura y frustración, su familia sufre y lo mira como a un fracasado. Si esto fuera una película el final sería una pantalla toda negra. ¡Es lo que está pasando! No es un cuento y algunos no lo quieren ver, ni asumen su responsabilidad para solucionarlo. Miserables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario