jueves, 21 de octubre de 2010

MAGDALENATRAS

Mediterráneo, 26 de marzo de 2009
MAGDALENATRAS
Acabó la Magdalena, nueve días de fiesta, quizás demasiada para los que ya no somos jóvenes ni tenemos vacaciones extensivas. A los que sí lo son, seguramente, todo les parece poco, cuánta energía. Como todas las fiestas populares tiene cosas buenas y otras malas, y será difícil que haya uniformidad de opiniones al respecto. Entre lo mejor situaría los toros, es la primera feria de la temporada y se notan las ganas, sin duda es lo que más foráneos atrae (José Tomás es otra dimensión); las collas y el ambiente de grupos de amigos que se divierten juntos; las bodeguillas, punto de encuentro de los medios y los hombres y mujeres que crean la fiesta con esfuerzo durante todo el año. Lo peor la gentuza que cree ser alguien por violenta y que con el alcohol y la manada se crece, episodios de peleas y palizas que se repiten año tras año son intolerables. En la misma línea, la suciedad y porquería que algunos actos dejan detrás, dicen muy poco de los asistentes y no hablemos de los meones y vomitadores, ¡puafff!. Cosas que podrían mejorarse serían: la ubicación de la mascletà, en esos descampados se pierde su “música”; la difusión mediática nacional o internacional que no es del volumen que la fiesta se merece; el vestuario masculino que sigue siendo el pseudo cordobés que se instauró en época franquista y que debería estar desterrado por el uso del traje tradicional, y por último, la madre de todas las mejoras polémicas sería que cesara ese baile de fechas que complica la planificación y hace que a veces coincida con fallas y otras con Pascua, creo que es mejor tenerlo claro. En todo caso tenemos la fortuna de disfrutar de unas fiestas y perdonen la expresión, cojonudas.

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