Mediterráneo, 28 de julio de 2011
VIVA MARTA DOMÍNGUEZ
Una de las mejores, sino la mejor atleta española de todos los tiempos ha quedado exonerada de las imputaciones que recibió en la llamada operación Galgo, en la que se la acusaba de dopaje y suministro de sustancias ilegales. La justicia ha dicho que “no existen indicios racionales” para mantener las acusaciones. Aleluya, al menos se ha demostrado su inocencia, pero ¿quién paga el daño causado? Cuando la detuvieron, delante de todo tipo de cámaras, a las que alguien avisó, y con una trascendencia mediática desmesurada, sufrió un juicio paralelo, un linchamiento público, multitud de desafortunadas declaraciones de políticos, atletas y correveidiles, los graciosillos de programas basura de televisión se hinchaban a hacer chistes con ella, ahora no tienen ni la vergüenza, ni la dignidad de rectificar, apesebrados seguían la causa que les da de comer. Porque todo esto no fue casual, no era más que un chivo expiatorio para marear a la opinión pública de los auténticos problemas que son los económicos. Es el famoso pan y circo.
En este país se acusa con mucha alegría y gusta derribar ídolos, ha pasado con Marta, con Contador y pasará en el futuro. Vende lo sensacionalista, lo hace la prensa, y lo peor, lo hacen algunas cúpulas policiales, políticas y deportivas. Parece que solo tienes presunción de inocencia si eres de la ETA, la gente normal de entrada delincuente y luego ya veremos, comportamiento demasiado generalizado que es una, otra más, vergüenza nacional. En este caso además se cebaron en una mujer embarazada, qué asco. Para condenar a alguien primero hay que juzgarle con garantías y solo lo puede hacer un juez, no la tía María.
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