URBANITAS NEORRURALES
Toda
la semana en la ciudad con el estrés laboral, humos, atascos y ruidos. Llega el
fin de semana y que mejor que una escapada al campo a respirar aire puro, ver
las estrellas del cielo, los animalitos, la comida auténtica, la buena gente.
El turismo rural está de moda, hay buenísimos
establecimientos y más en la Comunidad Valenciana. El mundo natural frente al
artificial urbano, no hay color. Algunos están tan entusiasmados que se van a
vivir allí, buscando la simbiosis con la naturaleza. Pero las cosas no son tan
bonitas. Los pueblos tienen muchos atractivos y también muchos inconvenientes.
Desde luego no esperes los servicios que tienes en la ciudad. Hay pozos
sépticos, calles y caminos sin asfaltar y tu coche quizás no sea el adecuado. Las
vacas llevan cencerro, mugen y como todos los animales hacen caca, pisar una
plasta grande y maloliente no hace gracia. Hablando de olores los campos recién
abonados y las granjas de pollos o cerdos, son terribles. Los gallos cacarean
al amanecer y te despiertan y los pajaritos se suman a esa fea costumbre. El
campo no es de todos, es de su propietario y saltar la valla no es gracioso, si
te ataca el perro guardián es porque no deberías entrar, no tiene obligación de
ir con bozal y correa. Las moscas abundan cuando hay animales y les gusta tu
comida. Los mosquitos pican a la gente. Los que allí viven están acostumbrados,
los urbanitas no. Estos deben tener un mínimo de educación y respeto. Si no te
gusta no vayas, pero quejarse de lo que existe desde tiempo inmemorial y es
esencia de la zona es tontería.
Artículo
publicado en el Periódico Mediterráneo el 2 de Septiembre de 2019
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