jueves, 15 de agosto de 2013

ANECDOTA NOTARIAL


ANÉCDOTA NOTARIAL

Un notario amigo quería aprender valenciano, ya lo chapurreaba pero muy incorrectamente, por lo que empezó a tomar clases, y como lo primero para hablar un idioma es practicarlo, se lanzó a conversar en dicha lengua con sus clientes que eran valenciano-parlantes, casi todos se daban cuenta de sus “espardenyaes”, sonreían y las pasaban por alto. Pero una persona del pueblo llano, sencilla y sincera, en una firma que asistía con su mujer, tuvo a bien corregir una de las “cagadas lingüísticas” del notario, y fue aquella la bronca que le montó su “señora”, el grito de: “¿Cómo te atreves a corregir al señor notario?, ¡Borrico, ignorante, si el señor notario lo dice, será así en el hablar culto y tú no tienes ni idea!”. Evidentemente era todo lo contrario como se apresuró a aclarar el notario ante la escena de la señora encolerizada y el pobre hombre abochornado. Ejemplo que contemplamos en los últimos tiempos de cómo se imponen palabras y formas de hablar ajenas a los usos tradicionales del pueblo con la excusa de que son las cultas. Predomina el cursillo rápido por exigencias laborales y burocráticas a la trasmisión histórica de padres a hijos, cientos de años ignorados por unos centros pseudoculturales  con muchas subvenciones.

 

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