martes, 17 de marzo de 2020

LA GRAN COMILONA


LA GRAN COMILONA
Sábado a mediodía. Acudo para una celebración familiar a un famoso restaurante de Valencia. En el fondo del prestigioso local hay una mesa con seis individuos “singulares”. No parecen habituales de estos sitios. Apariencia no muy higiénica, desaliñados y con ropa de transición perroflauta a burócrata, chaqueta sobre camiseta anticapitalista. Bueno, cada cual va como quiere. A medida que transcurre la comida disfrutamos y nos reímos. La mesa del fondo parece que mucho más. Las botellas de buen vino afluyen a aquella mesa con frecuencia y a mayor ingesta alcohólica, más expresividad. Así que su tono va subiendo bastante. Hablan en valenciano normalizado, o sea, catalán aprendido en cursillo rápido. Gritan demasiado y molestan. El metre, gran profesional, cambia a la pareja más cercana a otra mesa alejada. Nosotros somos muchos y difícilmente movibles y nos tragamos todo el espectáculo. La conversación, que no puedes dejar de oír, va de subvenciones y de tirar a fulanito, que “no es de los nuestros”. En un momento determinado, diría que borrachos, uno de ellos intenta subirse a la mesa, se tambalea y la mitad de lo que hay en la superficie se va por el aire, incluyendo botellas y copas que se rompen manchándolo todo. En lugar de excusarse, estallan en grandes risas. Ya todos pensamos lo maleducados y estúpidos que son. Faltan groseramente a la camarera, con lo que el metre les llama la atención y la cosa se pone tensa. Al fin, piden la cuenta, que debe ser espectacular, y dicen que la cargue a... “la Conselleria”. O sea, pagamos nosotros, todos. Alucinante.


Artículo publicado en el Periódico Mediterráneo el 17 de marzo de 2020

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