PROGENITORES DE
FUTBOLISTAS
Cada fin de semana miles de niños compiten con sus
equipos de futbol base con el objetivo
de disfrutar, lo que es frecuente y si es posible triunfar, lo que solo ocurre
muy de vez en cuando. En la banda padres, madres y los hermanos libres, animan,
la mayoría con deportividad, otros sin ella. Con la experiencia que me dan
muchos años de recorrido por los campos de estas tierras tras mis hijos,
recomendaría unas pautas de comportamiento. Lo primero es que el futbol es un
juego no una batalla, ganar esta bien, pero no es el fin último. El árbitro,
aunque alguno sea malo, se supone que hace lo que puede, insultar y gritar no es
lo más conveniente. El entrenador es quien dice como se juega , no los padres
que no son técnicos, las ordenes cruzadas confunden al niño. La humildad es
fundamental en el deporte y en la vida, y no es bueno humillar a los demás. Los
hijos no nos sacarán de pobres, ser el máximo goleador, no garantiza nada. El futbol es un juego de equipo,
el pase y la asistencia son fundamentales. los goles a favor y en contra son
consecuencia del trabajo del equipo, apoyar al compañero es clave y el individualismo lleva el fracaso. El
portero es uno más y no el único culpable.
El respeto entre aficiones hace todo
más fácil, el partido no es momento para sacar las frustraciones y los
problemas, que se han de quedar en casa. El apretón de manos final entre los
niños es la mejor jugada. En cada padre y madre está la oportunidad de servir
de ejemplo en la educación de los niños. Ale a dar ejemplo.
Artículo publicado en el periódico Mediterráneo el
14 de Mayo de 2018
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