LA
GRAN MENTIRA
Todos mentimos alguna
vez, está en la esencia humana y en la vida diaria. Aunque yo siempre he
pensado que con la verdad se va a todas partes. Las mentiras pueden ser de
muchos tipos, mentirijillas, mentiras piadosas, sistemáticas, sociales,
maliciosas, manipuladoras, hirientes, etc. La peor es la que supone un engaño
no solo a los demás, sino también a uno mismo. La que empieza, va creciendo y
convierte la vida toda de una persona en una gran mentira. Supone que todas sus
acciones, pensamientos y creencias giren en torno a una realidad ficticia que existe
en su cerebro, llegando en ocasiones a
la patología. Trastornando personalidades, que antes eran normales y
autenticas, en mentirosas sistemáticas. Dañinos para su entorno y para sí
mismos, con altas dosis de ansiedad, por si te pillan en un renuncio. A favor
tienen la credibilidad de la que en principio gozan con sus interlocutores, que
confían totalmente en ellas, porque no son conscientes de su traición. En
contra su malicia. Cambiar ese comportamiento es muy difícil, porque el mentiroso
siempre busca una justificación para sus actos. Según él la culpa la tienen los
demás, a los que por supuesto, no cree porque como el miente cree que todos hacen
los mismo que es lo normal y que la verdad, el honor, la fidelidad o la
autenticidad no significan nada. Ya decía mi abuela que el que no se fía no es
de fiar, suele faltarle la empatía y dominarle el egoísmo. Y aunque muchos
puedan ayudarle a que se transforme, nadie lo puede lograr, salvo la voluntad
de la propia persona, que tiene que decidir empezar a decir la verdad.
Artículo publicado en
el periódico Mediterráneo el 7 de Mayo de 2018
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