VIOLENCIA SECTARIA, PUFF
La violencia es el uso
de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o
imponer algo y el único legitimado para usarla, con la finalidad de
salvaguardar la sociedad democrática del bienestar, es el estado. Debe ser objetiva
e imparcial y desde luego nunca tendenciosa, sectaria ni justificarse por
motivos ideológicos. Sin embargo hay personas, partidos y movimientos que se irrogan
la legitimidad para usarla en la consecución de sus fines. Y así se dedican a
acosar a los contrarios, incluso en sus casas, a reventar conferencias, a asaltar
capillas, a integrar piquetes, no informativos sino violentos, a agredir a la
policía, a destrozar mobiliario urbano y escaparates, insultar y amenazar. Todo
ello es inaceptable e injustificable. Los políticos que se denominan a sí
mismos progresistas, resulta que adoptan posturas reaccionarias, por no decir
totalitarias haciendo todas estas cosas. Las jalean e impulsan, les emociona
ver a la gente que apalea a un guardia, reclaman la guillotina, se burlan de las
víctimas del terrorismo o de los judíos, pretenden romper la cara a aquellos a
los que llaman fachas, que son todos los que no piensan como ellos y aplicar la
justicia proletaria ¡ que tufo tan rancio!. Paradójicamente, no aceptan y
protestan si les hacen a ellos lo mismo, olvidan que toda acción tiene su
reacción y que pueden embaucar a la gente temporalmente pero no siempre. Porque
seremos crédulos pero no tontos. Y la política más retrograda y peligrosa es la
que separa en vez de unir, la que siembra el odio en vez de hermandad.
Artículo publicado en
el periódico Mediterráneo el 20 de Junio de 2016
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