MANTEROS
“ Pobrecitos que cara
de buena persona tienen, y no hacen mal a nadie, venden más barato y así no
roban”. Es fácil escuchar esto y también compartirlo, pero tras una ligera
reflexión solo en parte. Si oyes a los que tienen tiendas junto a las que colocan
sus mantas en el suelo, o a los que venden productos similares a los ofertados
por ellos o a quienes fabrican los originales, ya no está la cosa clara. A
ellos, los legales, los que tienen establecimientos e industrias les supone un
esfuerzo estar ahí, los fríen a impuestos, sufren la incerteza de todo empresario,
hay costes y gastos y no se sabe si este mes ganamos o perdemos, el banco
quiere cobrar, y el alquiler hay que pagarlo. La cara de tonto es mayúscula
cuando ves que el ilegal se pone en tu puerta y ese no tiene ningún problema.
Quizás algún policía de ronda, que dado el buenismo imperante se guardará mucho
de liarla. La realidad es que son la punta del iceberg de un negocio que mueve
millones de euros en economía sumergida, sin pagar impuestos. Cadena ilegal de
falsificaciones que desde Asia se reparte por todo el mundo y suelen vender
africanos a los que controlan grandes mafias, que igual se dedican a esto que
podrían hacerlo a la droga o la prostitución. Dejémonos de hipocresías y afrontemos el problema con seriedad.
Los jefes todos a la cárcel, a las personas, a los manteros darle salida digna,
por ejemplo los puestos de artesanos que están en nuestros paseos marítimos de
modo legal. La situación es una vergüenza injusta e inaceptable. Pero acabemos
con la ilegalidad o ella acabara con nosotros.
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