JALED AL
ASAD
Degollado en la plaza
pública, lo colgaron boca abajo de una columna que el mismo ayudo a restaurar
en Palmyra tras un mes de interrogatorios y torturas, todo trasmitido por redes sociales. Era el
arqueólogo jefe de esta ciudad, pudo irse, no lo hizo, ordeno a su familia que
se pusiera a salvo, los despidió y decidió quedarse para tratar de evitar daños
en su yacimiento pensando que respetarían su sabiduría y ancianidad, se
equivoco. Uno más de su sangrienta e interminable lista. Palmyra patrimonio de
la Humanidad, es una ciudad obra Trajano y de la mítica reina Zenobia, joya del
arte greco romano, en pleno desierto sirio, atracción turística con más de 2000
años de antigüedad. No habrá sufrido muchos momentos tan demoledores como los
que está pasando. El 20 de mayo la tomaban las
fuerzas fanáticas del yihadismo del Estado islámico, IS o Daes. Entre
sus hazañas que todos conocemos, decapitar, quemar vivos, lapidar o asesinar a
cualquier a que no los siga. A la exterminación humana sistemática unen la
destrucción de joyas culturales irremplazables. Los tesoros artísticos que no
eliminan los expolian y los venden en el
mercado negro de antigüedades, lo que se evitaría si nadie los comprara, los
que lo hacen son cómplices de esta salvajada y el derecho internacional debería
perseguirlos sin piedad. No comprendo que el mundo civilizado ante las
barbaridades de esta gente, que cada día entierra más seres humanos y mas historia no
reaccione, ¿ a que esperamos para detenerlos?. ¿ Cuánto dolor tienen que causar?.
Con alguien que quiere matar o morir no se puede negociar.
Columna publicada en el
Periódico Mediterráneo de Castellón el 21 de septiembre de 2015
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