domingo, 20 de septiembre de 2015

JALED AL ASAD

                                                   JALED  AL  ASAD
Degollado en la plaza pública, lo colgaron boca abajo de una columna que el mismo ayudo a restaurar en Palmyra tras un mes de interrogatorios y torturas,  todo trasmitido por redes sociales. Era el arqueólogo jefe de esta ciudad, pudo irse, no lo hizo, ordeno a su familia que se pusiera a salvo, los despidió y decidió quedarse para tratar de evitar daños en su yacimiento pensando que respetarían su sabiduría y ancianidad, se equivoco. Uno más de su sangrienta e interminable lista. Palmyra patrimonio de la Humanidad, es una ciudad obra Trajano y de la mítica reina Zenobia, joya del arte greco romano, en pleno desierto sirio, atracción turística con más de 2000 años de antigüedad. No habrá sufrido muchos momentos tan demoledores como los que está pasando. El 20 de mayo la tomaban las  fuerzas fanáticas del yihadismo del Estado islámico, IS o Daes. Entre sus hazañas que todos conocemos, decapitar, quemar vivos, lapidar o asesinar a cualquier a que no los siga. A la exterminación humana sistemática unen la destrucción de joyas culturales irremplazables. Los tesoros artísticos que no eliminan  los expolian y los venden en el mercado negro de antigüedades, lo que se evitaría si nadie los comprara, los que lo hacen son cómplices de esta salvajada y el derecho internacional debería perseguirlos sin piedad. No comprendo que el mundo civilizado ante las barbaridades de esta gente, que cada día entierra  más seres humanos y mas historia no reaccione, ¿ a que esperamos para detenerlos?. ¿ Cuánto dolor tienen que causar?. Con alguien que quiere matar o morir no se puede negociar.

Columna publicada en el Periódico Mediterráneo de Castellón el 21 de septiembre de 2015

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