SU
PROPIA MEDICINA
El acoso o
abuso sexual es absolutamente inaceptable y debe ser sancionado con la
aplicación rigurosa de la ley. La situación se produce por cualquier
comportamiento verbal, no verbal o físico no deseado, de índole sexual con el
propósito de atentar contra la dignidad de una persona obteniendo favores
sexuales. Se le intimida o se le
prometen cosas para que ceda. Es hostil, degradante, humillante y ofensivo. Y
afecta a todos los sexos, pero mayormente a las mujeres. Suele ocurrir en el mundo
laboral, en las relaciones de subordinación, donde se amenaza con despidos o se
premia con ascensos. Está penado en la mayoría de los países. Frente al acoso
no hay que dejarse intimidar, mantenerse firme en la negativa, no dar el mínimo
pie y denunciar lo antes posible, mejor que años después. Pero que sea verdad,
porque el aprovecharlo para dañar a otro impunemente es todavía peor, con ese
vil comportamiento se perjudica al inocente implicado y a todos los que lo
sufren de verdad, que ven cómo pierden credibilidad. Y el colmo es denunciar
que se ha sufrido de otros y hacerlo uno mismo. Parece ser que es el chocante
caso de Asia Argento, una de las creadoras del movimiento #MeeToo, cuya
indignación por su mala experiencia no le impedía abusar de un menor de edad.
Queda bien sumarse a lo políticamente correcto, a la moda y más, si es justa
como en este supuesto. Pero no, ser un hipócrita, ejercer el comportamiento que
se denuncia y algún caso habrá que en lugar de recibir abusos, se hayan provocado
para subir escalones. Acoso no, aprovechados tampoco.
Artículo
publicado en el Periódico Mediterráneo el 11 de febrero de 2019
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