DISPARATES DE SOBREMESA
La ocasión de compartir
mesa y viandas con otras personas suele
ser agradable. Se presta a charlar y compartir anécdotas y opiniones. Contra
más cercanía, confianza y familiaridad con tus interlocutores mejor. En este
contexto con buena comida y mejor bebida se dice de todo. Algunos son lenguaraces por naturaleza, otros
van creciéndose a medida que beben algo o mucho y entonces no les para nadie.
Lo habitual es empezar de modo más moderado y tal como trascurre el agape se
habla más y más fuerte y rápido, depende el número de comensales se van
cruzando conversaciones y aumentando el barullo. La sobremesa con café, copa y
en su caso puro son el culmen. Si todo ha ido bien y la gente está animada,
abierta, suelta, aquello es como la ONU. Todos opinan de todo. Los hay que
dramatizan, otros dogmatizan y creen tener la razón irrefutable, lo que suele
coincidir con un mayor grado de ignorancia. Contra menos saben más chillan y
desde luego vociferar no da ni quita razones. Otros cotillean maliciosamente de
quien sea y les acusan con rotundidad de que han hecho esto o aquello, sin
ninguna base. Los más atrevidos dan datos concretos para defender sus posturas,
lo que es muy peligroso, ya que ahora todo se puede comprobar en internet.
Cualquier opinión es respetable y nadie tiene la razón absoluta, todo lo cual
expresado de modo educado y escuchando a los demás es enriquecedor. El
ignorante que dice disparates, carece de lógica, no argumenta, chilla, insulta
y además se enfada porque no están de acuerdo con él, jolines que insufrible y
tonto, retonto puede ser.
Artículo publicado en
el Periódico Mediterráneo el 25 de
septiembre de 2017.
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