PYMES
Una de las
mayores injusticias que se cometen España es la que sufren las pymes y los
autónomos. Tenemos 3.246.986 empresas, 3.243.185, el 99’8% son pymes, y de
ellas el 95’2% tienen un máximo de dos asalariados. Ocupan al 60% del total de
trabajadores. Su forma principal de funcionamiento es el de persona física o
autónomo. Es más que claro que son el principal motor de nuestra economía, cualquier
solución debería ir principalmente por el camino de apoyar este sector. Es
lamentable que en una gran empresa despidan a 1000 o más empleados, sale en
toda la prensa, hay manifestaciones y huelgas. Pero nadie hace caso de los
miles y millones de puestos de trabajo que se han perdido en las pymes, o de la
ruina de mucha gente que se ha dejado la vida intentando sacar su negocio
adelante, en muchos casos con la paradoja de ser rentables pero tener que
cerrar porque no logran financiación o se les cierra la que obtuvieron. Estos
empresarios no son millonarios, ni explotadores, son los que madrugan,
trasnochan, sufren, arriesgan y están a lo suyo 24 horas, atrapados por una
situación que no supieron ni pudieron predecir, no tienen grandes asesores ni
gabinetes de planificación, no tienen enchufes ni subvenciones, ni ayudas, ni
desgravaciones, eso sí, tienen impuestos, muchos y permisos y licencias y más
impuestos, al final burros de carga, explotados por un sistema tan torpe que no
se da cuenta que son la auténtica base, los que con su productividad mantienen
todo el entramado.
Esta columna
me ha sido sugerida por muchos amigos, no hacía falta, se la debía a mi padre,
al que vi luchar muchos años para acabar cerrando la tienda de toda su vida, en
otra crisis anterior. No fue un fracaso, nos dio educación.
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