Soy, y la
mayoría de ustedes también, español, nací en España y me guste o no, que sí me
gusta, pertenezco a este país. No soy radical, ni facha, ni añoro tiempos
pasados. No entiendo, ni comparto que el uso del término España, que la bandera
española o que el idioma español, tenga que ser identificado con ninguna
posición política. Somos españoles, deberíamos defender lo nuestro y estar
orgullosos, es lo que sucede en la mayoría de países. Aquí no, aquí los
complejos, la devertebración que ya citaba Ortega, y lo políticamente correcto
o el agachar la cabeza nos está conduciendo a una situación ruinosa.
Ahora se plantea
un debate, que solo es una cortina de humo para distraernos del problema
auténtico, la crisis económica producida en gran medida por la mala gestión cuando
no latrocinio de algunos próceres que son los que más avivan la polémica.
Cataluña
quiere más dinero, como todos, habría que recordar que la comunidad con peor
reparto en la financiación estatal es la valenciana. Pero creo que han escogido
el camino erróneo, el chantaje. Adoctrinar a la juventud, cambiando la historia
no parece lo más civilizado, y además de aprender lo que forma parte de su
idiosincrasia, allí y en todas partes, se debería enseñar un mínimo común, la
historia de España y el idioma español, al que todos tienen derecho, no con
superioridad, pero sí con igualdad. La Ley está para algo y tenemos una Constitución
que hay que respetar. Por supuesto que se puede modificar, pero
democráticamente, no a la fuerza. En un mundo globalizado es mejor unir que
separar. Mejor Europa que el villorio de cada cual, es la única manera de salir
de esta, que falta nos hace.
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