LOS
NIÑOS Y EL DEPORTE
Afortunadamente
hoy en todos los colegios los niños reciben clases de educación física y a
través de ella practican diversos deportes. Los beneficios que esto reporta son
numerosos: es bueno para su educación y para su salud, desarrolla las aptitudes
físicas y la personalidad, favorece el crecimiento y los hábitos higiénicos, le
enseña a seguir normas, a ganar y a perder, promueve valores positivos, le hace
menos individualista, más solidario y colaborador fomentando su integración social
y la asunción de responsabilidades y derechos, aumenta la autoestima, modera
los excesos de energía, incluso puede ayudar a corregir defectos físicos, y en
fin, ocupa su tiempo libre y de ocio satisfactoriamente. Si los padres predican
con el ejemplo mejor, aunque algunos no estemos para muchos trotes, unos
mínimos hábitos de ejercicio físico son imprescindibles para todos y a
cualquier edad. A veces, exigimos demasiado, hay que elogiar su esfuerzo y
sentirnos orgullosos de sus logros, no someterles a una competitividad
exagerada en la que sólo valga el triunfo, a veces una derrota es más
aleccionadora, y por supuesto evitar broncas porque no respondan a nuestras
expectativas.
A lo largo
de mis años de paternidad, los sábados por la mañana, es un placer para mí
recorrerme colegios y polideportivos llevando a los chavales a practicar con
mayor o menor habilidad diversos deportes, dependiendo de edades, modas, amigos
o gustos, claro el fútbol acaba siendo el rey. Y si bien disfruto enormemente
viendo su pundonor, lo que más me gusta porque para eso soy progenitor es
cuando mete un gol o recibe alguna copita, entonces practico el "aplauso
frenético".
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