TASCAS
Las de
Castellón, entre Isaac Peral y Barracas, donde varios locales nos alegran la
vida y por azares de los tribunales parece que pudieran cerrar. Una reclamación
de Castelló Sense Soroll da lugar a una sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de la Comunitat Valenciana que se carga el artículo 26 de las
Ordenanzas Municipales que autorizan
como excepción y conforme a la Ley Valenciana de Drogodependencia, que
en la zona de tascas se pueda beber en la calle.
Esta
sentencia no me gusta nada, y es que no puede estar más alejada de la realidad
social, que desconoce o pasa de ella, este tema es de los pocos que ha
suscitado unanimidad en todos los partidos que forman el consistorio
castellonense, donde me consta que el concejal de sostenibilidad, Gonzalo
Romero, está intentando desesperadamente salvar la situación. El supuesto
soroll está controlado por toldos fonoabsorventes, por el horario que no va más
allá de las doce y sobre todo por la sensatez de los usuarios que a diferencia
de otros lugares de ocio suelen ser gente educada.
Es una
tradición de más de 40 años de cultura gastronómica, que tan de boga está en el
mundo entero y de la que no vamos sobrados. Supone una injusticia comparativa,
en todas las poblaciones españolas existe una zona similar y no pasa nada, aquí
resulta que no podemos, me recuerda a los chiringuitos, otros disfrutan y se
forran con lo que a nosotros se nos hurta. Son negocios que funcionan creando
riqueza y puestos de trabajo, una atracción turística para nuestros visitantes
y un sitio de convivencia ciudadana, de esparcimiento y ocio sano.
No es lógico
ni creo que justo desconocer todo esto y aumentar gratuitamente la pobreza
económica y social de Castellón.
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