INGLÉS
Qué importante es, hay que hablarlo porque todo el mundo
lo hace, si no nuestros hijos serán analfabetos en un entorno competitivo, así
que a colegios bilingües, estudios en el extranjero, cursos, cursillos y toda
clase de aprendizajes en esta lengua. Nosotros, víctimas de una educación no
tan preclara apenas teníamos tres horas a la semana con el profesor pasota que
más pensaba en sus noches locas del Soho que en aquel atajo de ignorantes con
los que le tocaba bregar. Así que cada cual se las ha compuesto como ha podido,
clases, viajes y cualquier cosa que sirva para meternos en la mollera algo del
idioma de la pérfida Albión. Yo llevo desde pequeño y ya son más de 40 años
estudiándolo, podría pensarse que con tanto tiempo la dominaría mejor que Shakespeare,
pues es que no, tengo la sensación de que soy un cangrejo en mi capacidad
lingüística y voy hacia atrás, cada vez se menos. Cuando tengo que mantener una
conversación en esa lengua, me lanzo con poca vergüenza y mucha convicción y
digo lo que quiero incluso con algo de soltura, entonces mi interlocutor, que
creerá que se algo, me contesta de corrido y ahí me pierdo, respondo que yeah
que sirve para todo, y trato de adivinar por el contexto lo que me dice, che
que desastre del que solo se sale sonriendo con cara de idiota y echándole la
culpa a ese ignorante que no habla español, hombre, que se habrá creído. La
lengua de su Graciosa Majestad queda como una de las muchas carencias que
tienes en la vida. Pero tampoco toco el saxo, ni corro maratones, cosa que debe
ser cansadísima, así que solo queda resignarse y que estudien los jóvenes, a
ver si son más listos, a mi ya me traduce mi hijo mayor, a veces protesta pero
no le queda otra y además gracias a eso se echó novia en Inglaterra. Olé.
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