EN
TORNO A LA DEMOCRACIA
En un
sistema democrático, como el nuestro, el pueblo elige al gobierno, la libertad
debe ejercitarse con arreglo a la legalidad y dentro del estado de derecho si
no reina el caos y la injusticia. Es la mejor forma de gobernarse. Algunos no
están de acuerdo y quieren imponerse por la fuerza en lugar de por las urnas.
Otros buscan destruir el sistema. No son demócratas. Manifestarse es un derecho
irrenunciable. No lo es hacerlo de manera ilegal, sin autorización, una masa humana
deambulando a su antojo por las calles, sin respetar a otros ciudadanos,
insultando soezmente, rompiendo o quemando mobiliario urbano y acosando
viviendas particulares y sedes de partidos políticos, es algo indeseable. Se
ven con ellos a agitadores callejeros profesionales, antisistema y extremistas,
lo grave es cuando se les unen representantes de partidos o instituciones que
deberían velar por la legalidad y no sumarse al desorden, porque eso se sabe
como empieza, pero no como acaba. No entienden la democracia, los que usan la
violencia, los que no respetan a las fuerzas del orden, los que manipulan a la
gente, y peor a los jóvenes, los que no respetan las sentencias de los
tribunales, los que alteran la vida civilizada con algaradas y disturbios, los
que mienten y tergiversan los motivos desinformando, los que creen que todos
los derechos son suyos y a los demás que les den, los que tienen múltiples
antecedentes penales y siguen delinquiendo, y los terroristas, incluyendo la
kale borroka, a todos ellos hay que aplicarles el peso de la ley. Antes de
actuar habría que meditar qué queremos ser, demócratas o fascistas
totalitarios. Para mí un voto siempre será mejor que una pancarta.
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